Cadáveres exquisitos. Habitación 305

II

HABITACIÓN 305

 

Laura Modura se viste mientras Bruno Rocatuno permanece en la cama:

 

-Dúchate y vístete.

 

-No entiendo, ¿por qué? Ese tío ya sabe lo nuestro.

 

-Sí, y creo que lo hemos ablandado y aceptará nuestras condiciones pero no debemos encabritarlo. Ya ha matado una vez. Si le encabritamos demasiado puede volver a matar. Así que dúchate y vístete, antes de que llegue.- Laura Modura coge el teléfono.

 

-¿Qué haces?

 

-Voy a avisar al servicio de habitaciones para que hagan la cama y cambien las toallas.

 

Bruno se levanta y se dirige al cuarto de baño. Después de orinar se mete en la ducha, no tarda más de tres minutos. Al salir se encuentra con una camarera que hace la cama mientras otra dispone un servicio de canapés y unas botellas de licor. En una cubitera hay una botella de cava.

 

-Sírvete un guiskhi, no abras el cava hasta que no esté cerrado el trato.

 

-¿Por qué no has pedido cerveza?

 

-Tienes que empezar a pensar en tu nueva posición.

 

-Seguiré bebiendo cerveza. ¿De qué sirve todo el dinero del mundo si uno no puede hacer lo que le venga en gana?

 

La camarera de planta recoge las toallas sucias, deja unas limpias y se va con su compañera. Bruno mira por la ventana, que da al aparcamiento:

 

-Parece que tu amigo ya está ahí.

 

-Sobre todo, control de tu testosterona.

 

Bruno se sienta en un sillón. Laura hace lo propio en un sofá. No intercambian palabra. Están algo nerviosos. Saben que Sacapuintas está a punto de claudicar pero un solo movimiento en falso que saque a relucir el orgullo de Rolando Sacapuintas y todo se irá el garete. Suena el teléfono. Es el recepcionista pidiendo la confirmación para dejar subir al señor Rolando Sacapuintas. Laura Modura confirma la petición de Rolando Sacapuintas. Al cabo de un rato llaman a la puerta. Laura Modura abre. Rolando Sacapuintas entra y no puede evitar una mueca de disgusto al ver a Bruno Rocatuno. Bruno le saluda levantando el vaso de güiski. Rolando corresponde al saludo con un ligero movimiento de la cabeza. Hay un silencio tenso.

 

-¿Qué has decidido?-Pregunta Laura.

 

-¿Qué puedo decidir? ¿Tengo alguna elección?  Sí, tengo una. Os pongo una vivienda, dónde queráis, pero lejos de mí... cada mes, o cada cuando lo creáis conveniente os paso una cantidad, creo que seis mil euros al mes es una buena cantidad. A cambio me dais la cadena que me compromete.

 

-Y cuando te la demos, ¿qué nos garantiza que seguiremos percibiendo la paga?- Pregunta Bruno.

 

-¡Bruno! Por favor, - interrumpió Laura.- Estamos hablando con un caballero. Te agradecería que no le ofendieses. No, no podemos aceptar. No porque no creamos en tu palabra. Te conozco y creo en ella. Pero no hemos llegado tan lejos para recoger las migajas. La oferta es la que es: Yo seré tu secretaria de confianza y Bruno el administrador. Viviremos en tu casa, con todas las comodidades de tu estilo de vida. Yo simularé ser tu amante, no me importará que tengas otras amantes. Pasado un tiempo aparecerá el cadáver de tu mujer, y con la confirmación de su muerte nos casaremos. Para que todo quede bien ligado, firmarás la confesión que llevas en el bolsillo, que milagrosamente desaparecerá en cuanto estemos felizmente casados.

 

-¿Pero qué criaturas tan perversas aceptarían esta situación? Yo os ofrezco la posibilidad de libraros de mi presencia. Yo no podría vivir como vosotros pretendéis.

 

-No todo el mundo ha nacido con tu estrella, - dice Bruno.

 

-No, supongo que no pero...

 

-Este es el documento que tienes que firmar. Si no lo haces, mañana la policía estará en tu casa. No espero que lo entiendas pero sí que lo aceptes. Lo único que me importa es tu dinero, tu poder, tu posición... y eso sólo lo tendré con tu matrimonio.

 

-¿Qué impedirá que cuando obtengas todo eso le traiciones a él o a mí?

 

-Puedes estar tranquilo. Tú eres un buen armario. No te quiero pero te necesito. En cuanto a él... es asunto mío...  Firma, es lo mejor para los tres.

 

Rolando duda, se resiste pero firma la confesión que traía en el bolsillo, y los contratos de trabajo.

 

-Mañana recibirás un paquete, justo cuando todos estos contratos hallan sido presentados. Cuando compruebes su contenido no intentes nada, recuerda que junto con los contratos has firmado tu confesión, redactada por ti. Cuando llegues por la tarde, nos encontrarás felizmente instalados en tu casa, ya que hoy darás la orden de que nos sean preparados los aposentos.

 

-Toma, un guiski, - le ofrece Bruno.

 

-Gracias, no bebo güiski.

 

-¿Coñac?

 

-No me apetece nada.

 

-Vamos, te tienes que ir acostumbrando a nuestra presencia. Relájate y tómate algo. Date un tiempo prudencial para salir de la habitación. Siéntate, Laura te dará un masaje. Es uno de sus puntos fuertes. No te cortes, no me importa que te de un masaje, de vez en cuando. Te lo has ganado.

 

“Así que es eso.” Das un repaso a la situación en el mueble en el que te escondes y desde el que has escuchado todo. “Paula Sedipavor se defendió y le arrancó la cadena. Estos dos pájaros aprovecharon para esconder el cadáver y la prueba y tienen a nuestro hombre cogido por donde duele. Tranquila Paula, pronto se hará justicia.”

 

 

 

 

 

 

 

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase: